Prueba
- Y a un idilio tan frío solo le puede la muerte -


Prueba

26 de septiembre de 2011

Bajo del mar


"Venecia se hunde. Literalmente." Ese ha sido el titular que corona esta semana los rotativos italianos. Según aseguran los geólogos que han estudiado el caso, es más que seguro que la ciudad de las góndolas dentro de varios decenios sea un recuerdo dulce y lleno de melancolía. Una noticia que ha dejado helados - o mejor dicho, húmedos - a medio mundo y a todo un país que va a ser testigo de cómo una de las ciudades con más encanto del mundo se convierte en una segunda Atlantis.

Las causas se las atribuyen al futuro deshielo masivo de los casquetes polares, a la poca eficiencia en las labores de sustitución de los millones de pilares de madera que encayados soportan el peso de la ciudad y sobre todo, al peso cada vez más ingente de los miles de visitantes que cada día se dejan enamorar por este capricho humano que poco a poco se desmorona.

La única solución posible se la dio hace dos años un ingeniero griego. Se trataba de crear unas megaplataformas elevadizas que controlaran las partes más deprimidas de la ciudad para evitar así el embalsamiento. El proyecto gustó pero no el precio: sobre los 800 millones de euros. El alcalde de Venecia arremetió contra el ingeniero diciéndole que "no sabía a ciencia cierta si lo que pretendía era levantar Venecia o levantar la economía de su maltrecho país (no hace falta decir que la prima de riesgo no era la que es, y por aquel entonces la broma en Grecia tuvo la misma gracia que la muerte de un ser querido). Que si quería ayudar debería de hacer un proyecto más acorde. Que a pesar de ser griego (manda narices), se implicara de lleno en la protección de un patrimonio mundial que no debe perderse".


Ahora yo invito al alcalde que eche la vista atrás. Y no dos años, ni cincuenta. Exactamente hasta 1687, cuando la República Serenísima de Venecia tenía como gobernante en la guerra contra los turcos al general Morosini. Sí, ese hombre con cara de lerdo y que no tuvo hijos porque según dijo a su corte "no tenía tiempo". Pues bien, estaría bien recordarle a este señor lo que hicieron sus predecesores venecianos cuando llegaron a Atenas. Lo primero fue divisar el Partenón y comprobar que los turcos habían guardado dentro sus municiones. Estos lo amotinaron allí con la esperanza de que los venecianos no atacarían el templo al ser un tesoro de incalculable precio artístico y emocional. Como diría Obélix: ¡qué ilusos estos otomanos!. Morosini no solo no ganó la guerra sino que tuvieron un mal perder de narices; como todos los italianos. ¿Y qué hicieron? Bombardear el Partenón dejándonos casi huérfanos de uno de los monumentos más importantes de la historia antigua.

Ahora sí que se entiende a esa Venecia que llora, implora y convence a medio mundo que se implique en el rescate a su ciudad. Pero que no manden ni un panfleto, ni ningún correo electrónico, ni un voluntario por las calles para conseguir el apoyo a la causa a ningún ciudadano griego. Si así lo hicieran y yo fuese griego le mandaría un kit de supervivencia al Ayuntamiento de Venecia: unas gafas de buceo y un chaleco salvavidas con una postdata: la venganza se sirve en baño frío.

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20 de septiembre de 2011

La chica de ayer


La conocí siendo ella. Viviendo a su manera. Haciendo de Julieta. Desde entonces no ha dejado de autointerpretarse. Tenía diez años y ella ha querido tener siempre dos menos que yo. Eso no exigía mirarla con determinación y distancia; todo lo contrario. Por aquel entonces aquella niña de rojísimos labios contagiaba cuanto nombraba. Algo hacía vibrante una serenísima música que impedía escuchar su verso. De pronto me convertí en Lisandro para que ella me hablase. Olvidé el texto, la circunstancia y hasta mi nombre. Todo era ella; hasta yo.

Fue la primera que, conociendo mis defectos más absolutos, piso los espinos manteniéndome sobre su espalda. Me defendió de todos y de todo. La recompensaba con sonrisas. Ella me desnudó el mundo que cabe entre dos labios infantiles. Fue mi primera chica. La que me regaló unos grilletes siameses para encadenarnos juntos. Después descubrimos que el tiempo de la coherencia era la única llave salvadora.

Siempre recordaré el primer beso. Mi entrada triunfal al bastardo universo del desconocimiento. Fue en mi misma calle, sobre unos bancos roídos y una fuente silenciada. Ella fue mi chica. La única mujer por la que me pellizqué bajo las sábanas al no creer que estuviese en lo cierto. El error más impoluto de todos. Era niño y ella intentaba hacerme un hombre. En su intento se fueron las ganas de seguirme en aquellos senderos de otoño. El mismo que ahora empieza y me recuerda sus sinsabores. Mi chica hoy baila a mi lado de vez en cuando. Me regala réplicas exactas de lo que fue y se dejó morir como el juego pueril que debe conservarse en un baúl sin fondo. Hoy la veo volando junto a otras manos. Cantando otras canciones que no son las que compusimos. Sin embargo, encuentra el momento perfecto para repetirme al oído que seguimos siendo niños disfrazados de actores maleficientes. Sin esperar que el telón se estrelle, seguimos en escena. Esta vez, sin guiones preestablecidos.


A Maria José


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18 de septiembre de 2011

Entrevista

- Hoy a las 19 horas entrevistado en el programa Gente junto a nuestras grafiteras ochenteras -

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15 de septiembre de 2011

Grafiteras ochenteras


Esa mañana el cocido estaba sin hacer y los mandiles seguían en el cajón. Se maquillaron con ambiciones de antaño. No les hizo falta más que ajustarse la faja y ponerse su pin identificativo. Era lo único que las diferenciaba del resto de las mortales septagenarias. Subían la cuesta hasta la plaza cada una por su lado. Se iban encontrando por las esquinas, y sin decir nada, seguían subiendo como alpinistas convencidas. "¿Concha, has traído los guantes?" - preguntaba una en plan sicario. "Sí, éstos de los chinos"; "Eso, que los de fregar no valen". Con su muro de crimen transparente y sus sprays rosa chicle, eran la viva imagen de las gamberras negligentes. Señores, no se sorprendan. A pesar de que todos les convencieron sin palabras de que ya su tiempo había pasado ellas siguen perfilando sus perfiles. Todos las intentaron disuadir, que no estaban en edad, que ya "no pintaban nada". La suerte es que ninguna de ellas se lo llegó a creer. ¡Benditas incrédulas!
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13 de septiembre de 2011

Maestros


España es el único país en el que la envidia está presente en todo momento. No hablamos de que algo es bueno, deseable o admirable. No, aquí decimos que es envidiable. Una casa, un sueldo, una pareja, etc. También se hace cuando se quiere referir a las vacaciones de los profesores y maestros. Es todo un clásico. No importa cuáles sean nuestros objetivos, desafíos y mucho menos la gran problemática con la administración y los recortes salariales contínuos año tras año. Lo que importa es que tengamos dos meses completos de vacaciones algo que según parece no tiene ninguna otra profesión. Y eso en España es imperdonable; casi de auto de fe. "Si de algún lado hay que recortar que sea de educación". Sí señor, no basta con que estemos a la cola de Europa, que sigamos distanciados cada vez más del modelo escandinavo, que se saquen de la chistera una ley educativa cuando los ministros están algo aburridos y que los escolares sepan cada vez más sobre CR9 y menos sobre H2O.

Yo hoy me quiero dirigir a todos los que creen (digo creen porque si lo que hicieran fuese pensar no lo harían) que los educadores ganamos mucho y hacemos poco. Pues bien, les propongo un reto que si logran alcanzar me quitaré el sombrero encantado. Sería este: el de encontrar alguna profesión en la que se atiendan a la vez a veinticinco clientes con necesidades especiales siendo todos distintos entre sí , (algunos de los cuales sin que tengan muchas ganas de estar allí ) durante seis horas diarias, cinco días a la semana y durante nueve meses al año, que a su vez todos tus movimientos como profesional estén supervisados y regulados por un tutor legal, un director y constantes inspecciones de la administración autonómica y nacional.

Seguramente no lo encontrarán. Yo luché por tener el trabajo más sadomasoquista y a la vez el más reconfortador y lo hice bien. Habiéndoles puesto este pequeño ejemplo comprenderán con razonable exactitud lo que es un año de trabajo para un maestro cualquiera. Ahora sí, ¡Feliz curso para todos!


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9 de septiembre de 2011

Clausura de la V Bienal de Arte

Alegría (60x75 cm) Tinta china.

¿Qué circunstancias inciden para que en este enclave de Villa del Río surjan apasionados practicantes de ese difícil arte que denominan pintura? Tradicionalmente se han considerado dos aspectos prioritarios en el despliegue de este oficio: el dominio preciso del dibujo - la línea - y la armónica orquestación de los pigmentos mediante una acerta disposición del cromatismo - el color -. Para que ambos fundamentos puedan ser oportunamente valorados, la naturaleza ha de disponerlos de manera ostensible ante la retina de los habitantes de un determnado entorno geográfico. Yo creo que el valle en que se emplaza Villa del Río tiene muchos condicionantes propicios para despertar en sus habitantes una especial sensibilidad hacia la valoración de lo que podríamos denominar "efectos pictóricos". Nuestro querido y venerado paisano Pedro Bueno solía decir que el paisaje de Villa del Río, durante gran parte del año, era muy inglés, por su intenso verdor y por la invernal persistencia de su bruma: y Beppo, aquella inglesa errante, cuya vida misma constituía un permanente happening, reconocía como Machado, después de "andar muchos caminos", que la luz de este entorno paisajístico junto con la de Pobla de Segur (Lérida) y Quesada (Jaén), eran las que más le suyugaban y le predisponían para el despliegue de la creatividad ante el albor del papel.



Evangelos (70x50 cm). Acuarela y tinta china.

Y lo cierto es que este paisaje y esta luz que anega el suave valle por donde discurre Guadalquivir a su encuentro con el mar, no es abrupto, ni cautivador por la presencia de una vertical y mareante orografía; pero bajo la suave epidermis de sus colinas palpita una rítmica cadencia que sin apenas darnos cuenta seduce a todo aquel que se posiciona en aquello que Nietzsche calificaba como la lenta flecha de la belleza: "La especie más noble de belleza es la que no arrebata de golpe, la que no lanza ataques tempuestuosos y embriagadores (tal belleza suscita fácilmente asco), sino aquella que va infiltrándose con lentitud, la que llevamos con nosotros casi sin darnos cuenta y con la que volvemos a encontrarnos un día en un sueño, y que por fin, tras haber estado modestamente largo tiempo junto a nuestro corazón, se apodera por entero de nosotros y llena de lágrimas nuestros ojos y de nostalgia nuestro ánimo".


Alejandro (60x 70 cm) Nogalina plástica.


Quizás sea oportuno reconocer la huella de autores como Pedro Bueno, que han marcado un referente estético al que remitirse para muchos aspirantes a artista en el valle. Sin embargo, creo que esto no deja de ser episódico al fin y al cabo. Es cierto que no ha habido ningún autor que haya alcanzado jamás tan alta resonancia nacional - y su Primera Medalla de 1954 así lo confirma, al margen de otros méritos igualmente relevantes-, pero el decurso del tiempo ratificará esta constante general de propensión a la plástica para los habitantes de esta vega media del Guadalquivir, al margen de autorías cualitativas y, al cabo, nadie deberá sentirse dependiente de ningún otro referente programático que no sea la mera luz y la bruma densa y húmeda de esta perpetua hondada.



Miguel C. Clémentson Lope
Villarrense y Director de la Escuela de Artes y Oficios Mateo Inurria (Córdoba)

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7 de septiembre de 2011

El amor es.


Foto: Ignacio Burgos

El amor es. Así, sin predicado alguno. Nos llena la boca de mieles y en ese mismo instante comenzamos a saborear la espesa tiniebla que adornan las horas sin el. El amor es diferente a nosotros; es una emanación que nos sobresale, una necesidad imperiosa para acomodarnos en alguien o en algo. Como el recodo que nos invita a descansar en mitad del sendero. Puede que lo escojamos solo por unos minutos, unas horas, una vida... Pero es el nuestro y nos hace suyos sin preguntarnos nada al respecto. Lo que importa es esa elección, el resto son motivos que sólo la sinrazón parece conocer.

Los amores verdaderos - si es que alguno no lo es - siempre magnifican, agrandan y vuelven gigantesco lo que antes nos era circunstancial. Como un telescopio atrofiado que recalca las dimensiones en distorsionados paisajes. Pero lo hace de tal manera que sea inteligible para unos ojos sedientos de sentido. Para eso nos convence de que para amar, para amar bien, hay que vivir a través de quienes amamos para odiar lo que le molesta y así amar lo que más quiere.

Por eso os invitaría a que no celebréis más el día de los enamorados. Es risible querer condensar el océano en una tinaja improvisada que se desmorona en el próximo amanecer. No es de extrañar la desmesura con la que algunos se disfrazan de Romeos y acaban enredados en la maraña de Rapúnzel. El amor no se vale de fechas. Es más el corazón no entiende el paso del tiempo. Quizás su peso sí.

Este amor que ahora os reclamo es exactamente el mismo que yo nunca tuve. Por eso me permito hablar así. Si vuelvo a encontrar aquel recodo en el camino, esta vez no será para descansar sino para morir. Morir para nacer; de nuevo en mí.


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2 de septiembre de 2011

Don Alfredo


- ¡Don Alfredo!
- ¿Sí...?
- Buenos días, me llamo Jesús y quería hacerle un regalo.
- Sí...
- Es mi libro que ahora es suyo.
- ¡Ah, perfecto! Muchísimas gracias.
- No es nada...
- Y dime, ¿cómo lo has conseguido?
- ¿Se refiere al libro o cómo he conseguido llegar aquí?
- Bueno, las dos cosas.
- Las dos han sido por causalidad.
- Y dime ¿qué es prosa o verso?
- Las dos cosas. En verdad no sabía lo que hacía mejor y puse de todo.
- Vaya, parece interesante. ¿Y de qué va?
- Sobre lo que menos tenemos y más necesitamos.
- ¿Sobre economía?
- No, no. Sobre amor.
- Tienes razón.
- Se lo he dedicado y quería que lo tuviese. Al fin y al cabo, usted nos sigue representando a todos.
- ¿No te quedas a las conversaciones sobre Universidad?
- No, en realidad sólo he venido para esto. Bueno, y para ver la exposición de Antonio López en el Thyssen.
- Bien, lo leeré.
- Muchas gracias.
- Encantado.


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1 de septiembre de 2011

Próximamente



La vida en beso
llega a Madrid...



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